Mercurio se encuentra entre la Tierra y el Sol, y eso hace que no podamos verlo muy a menudo y que, cuando lo veamos, esté muy bajo en el firmamento, bien al este o bien al Oeste. Es como lo que pasaba con Venus pero más extremo, y además se ve con mucho menos brillo. (Es más pequeño y está más lejos).
Al
verse en unas ocasiones al atardecer y en otras al amanecer, podríamos pensar
que son dos planetas diferentes… y de hecho, hasta los listos de los
griegos se dejaron engañar. Así, el planeta Mercurio tenía entonces dos nombres: Apolo
y Hermes. El gran Pitágoras se dio cuenta del error y Mercurio pasó a ser simplemente
Hermes. Mercurio es el equivalente Dios Romano.
Un día
en Mercurio debe de ser muy raro. Primero, el Sol se verá bastante más grande
que desde aquí puesto que cuando Mercurio se encuentra en el Perihelio (punto
más cercano al Sol) tan solo está a 46 millones de kilómetros y cuando se
encuentra en el Afelio (punto más alejado del Sol) a 70, lo cual es, además, una gran diferencia de distancias entre ambos
puntos. Segundo, durando un día allí como 59 días Terrestres y un año 88 días,
si estuvieras en la superficie, a parte de Calor (según donde te encuentres), los
días y las noches serían larguísimos y durante el día el Sol, en ocasiones,
podrías llegar a verlo detenerse o incluso retroceder en su camino por el
firmamento. Lo de “según donde te encuentres” verás que tiene mucha
importancia, porque, puedes estar a temperaturas tan dispares como -170ºC ó
hasta 425ºC. Esto se debe a tres
factores: La ausencia de atmósfera (razón principal), la larga duración
de los días y las noches y el hecho de que el eje de Mercurio no esté inclinado
como el de la Tierra (Que lo está 23º, ya sabes).
Mañana seguiremos estudiando este pequeño planeta.
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